PASE DE PRENSA: LOS ABRAZOS ROTOS

La gran expectación que levanta Pedro Almodóvar cuando presenta nueva película provoca una de esas raras ocasiones en las que un pase de prensa se llena para ver una producción “made in Spain”. Si a eso le sumas la presencia del director y de gran parte del elenco actoral (incluida la recién oscarizada Penélope Cruz) pocos medios faltan a la cita.

El director manchego nos presenta su película número 17. Me atrevería a decir que su film más ambicioso. Con una duración que excede las 2 horas “Los abrazos rotos” es un melodrama con tintes de thriller, con un toque pretendidamente “noir”. Un género que siempre ha atraído a Pedro y que ya exploró, de manera algo torpe, en “La mala educación”.

“Los abrazos rotos” narra la historia de Mateo, Lena, Judit y Ernesto Martel, una historia de “amour fou”, dominada por la fatalidad, los celos, el abuso de poder, la traición y el complejo de culpa. La historia se desarrolla entre los años 90 y hoy en día, entre Lanzarote y Madrid. Poco más del argumento recomiendo saber al espectador que debe sentarse en la butaca con la mente despejada, como quien se sumerge en una novela por el mero placer de leer. Y es que “Los abrazos rotos” es una película muy narrativa y pretendidamente novelesca. Un drama que el director sabiamente condimenta con esos toques de comedia y de absurdo tan suyos que aunque en dosis muy pequeñas el espectador agradece.

En “Los abrazos rotos” el director manchego ha querido ofrecernos una propuesta distinta, pero sin que ello suponga distanciarse de su cine anterior y sus lugares comunes. No es difícil encontrar en el filme guiños a “Mujeres al bode de un ataque de nervios” o “Tacones lejanos”. En el aspecto técnico “Los abrazos rotos” es impecable, fruto de la madurez de un cineasta cuyo sello es ya inconfundible. Tanto la fotografía de Rodrigo Prieto como la música de Alberto iglesias dotan a la película del lirismo y la intensidad necesarias. Todo ello unido a una escenografía y vestuarios marca de la casa, inspirados en el Pop-Art. donde encontramos desde pistolas hasta crucifijos.

En el terrero interpretativo, Almodóvar divide el peso entre mujeres y hombres de manera bastante equilibrada. Penélope Cruz cumple configurando una Lena creíble y magnética, aunque lejos de la rotundidad y la fuerza que tenía como Raimunda en “Volver”. Lluís Homar es el eje central narrativo, como cineasta ciego atormentado, a la par que desdoblado entre su verdadera identidad y su pseudónimo, un papel que el actor maneja con sobriedad y buen hacer. Blanca Portillo asume con valentía un rol difícil, en el que la frialdad del personaje se presta a poco lucimiento interpretativo, pero que nos regala hacia el final de la película un par de escenas notables. Respecto al resto del casting, los actores jóvenes cumplen pero sin llegar al nivel de los protagonistas. Rubén Ochandiano no convence en ningún momento como hijo despechado de Ernesto Martel. Respecto al magnate, el veterano Jose Luís Gomez lo interpreta con mucho gusto, sin dejarse llevar en ningún momento por los estereotipos de género y logrando que el espectador genere cierta empatía con el “villano”.

 

Lo mejor:

-Las breves apariciones de Lola Dueñas y de Carmen Machi (cuyo brevísimo papel de Chon ha dado también para el cortometraje “La concejala antropófaga”)

-El amor al cine que destila la película, de principio a fin. Sus constantes referencias cinéfilas (entre las que destaca la famosa escena de “Viaje a Italia” de Rosselini, con una horrorizada Ingrid Bergman ante la visión de los amantes que murieron entrelazados).

-La escena en la que Penélope Cruz se dobla a sí misma, y abandona a su amante doblemente en la realidad y en la proyección. (La duplicidad es uno de los principales leiv motiv de la película)

-La escena de la escalera, símbolo cinematográfico donde los haya, descenso a los infiernos para la protagonista.

La fotografía de la playa del golfo, que fue tomada en la vida real por el propio Almodóvar en su primer viaje a Lanzarote, y que inspiró la película.

 

Lo peor:

-Un ritmo desigual, que provoca que la última media hora de película se eternice.

-Algún que otro detalle de guión no demasiado bien explicado, cuyo sentido tuvo que aclarar el propio director en la rueda de prensa, y que cuenta demasiado con la capacidad de análisis y suposición del espectador (tan malo es tratar al espectador de tonto como de genio.)

-El carácter novelesco de la película, un arma de doble filo que genera cierta distancia.

-Algunos errores de casting. Algunas apariciones desafortunadas. ¿Dani Martin? ¿Por qué?

Nota: 7/10.

Merche Moreno Barbero
para
www.cineactual.net