Este año la edición de Cannes ha estado plagada más que nunca de estrenos norteamericanos aunque como suele pasar, el palmarés marca un derrotero que luego poco tiene que ver con la taquilla. La eterna discusión que suele plantear este tipo de festivales es si la crítica especializada está en consonancia con el gusto general del público cinéfilo o la elección de los ganadores viene marcado por un claro snobismo que diferencie al especialista de la gente que llena las salas.
En esta ocasión la Palma de Oro ha ido a parar al film de Michael Haneke, Amor, un drama que profundiza en la esencia del amor y en qué se convierte con el paso de los años. La Mejor Dirección ha sido para Carlos Reygadas por Post Tenebras Lux, Mejor Actor Mads Mikkelsen en The Hunt, Mejor Actriz Cosmina Stratan y Cristina Flutur por Beyond the Hills y Mejor Guión Christian Mungiu por el anterior título. Llama la atención la frialdad con la que ha sido acogida el último film de Cronenberg, Cosmopolis o las simpatías que despertó Moonrise Kingdom, plagado de estrellas y que ofrecieron una de las ruedas de prensa más simpáticas del festival.