No solemos hacernos eco de todas las necrológicas que están relacionadas con el mundo del cine pero aunque no fuese uno de los grandes, Tony Scott, si que ha dejado auténticas joyas y junto a su hermano Ridley Scott ha producido algunas de las películas más icónicas de los últimos 20 años. Desde luego en los últimos 10 años tal vez se haya dedicado más a la televisión como productor (Los Pilares de la Tierra) y a las colaboraciones con Ridley con Scott Free, su productora.
A pesar de la alargada sombra de su hermano consiguió imprimir un sello propio a sus películas con una forma de rodar acción que lo convertía en un auténtico artesano que no solía defraudar. Top Gun marcaría toda una moda en los años 80 y constituyó un empujón a la carrera de Tom Cruise. En los 90 dejó dos auténticas perlas, El último Boy Scout y Amor a quemarropa, ambas películas constituyen toda una carta de presentación que muchos directores querrían en su curriculum. Y películas como Juego de Espías o sus colaboraciones con Denzel Washington en los últimos años constituían una de esas parejas que como mínimo entretenían. En estos momentos se encontraba en la producción de Emma’s War y la segunda parte de Top Gun.
