PASE DE PRENSA: SLUMDOG MILLIONAIRE

“Jamal Malik está a una pregunta de ganar 20 millones de rupias. ¿Como lo ha logrado?

A) Ha hecho trampas.
B) Es un genio.
C) Ha tenido suerte.
D) Está escrito.”

Sin aliento. Así nos ha dejado “Slumdog millionaire” al puñado de críticos que nos hemos reunido esta mañana en una pequeña sala de cine en Barcelona. Basada en la novela “Q & A” de Vikas Swarup, la que muchos han acertado en denominar “la sorpresa del año” ha provocado todo tipo de reacciones. El sector más crítico la tacha de mero efectivismo edulcorado, mientras que sus numerosos premios y candidaturas la avalan como una firme candidata a ser premiada por la Academia en los próximos Oscar. Lo que está claro es que nadie se ha aburrido hoy en el pase de prensa. Desde el primer fotograma estábamos todos pegados a nuestros asientos. Y, cautivados por el saber hacer de Boyle, nos hemos trasladado a un Bombay caótico, terrible, bello y fascinante.

 

Érase una vez…un mendigo millonario

La película nos sitúa en la edición india del popular concurso “¿Quién quiere ser millonario?”, donde el joven Jamal Malik, ha llegado a la final contra todo pronóstico. El origen humilde del chico, que trabaja llevando cafés y apenas sabe leer, hace sospechar a la organización del programa, por lo que la policía le interroga acusándole de fraude. Durante este interrogatorio Jamal deberá argumentar porqué sabía (o no) las respuestas a las preguntas, haciendo para ello un completo repaso a su dura infancia y juventud en uno de los barrios más pobres de Bombai, hasta descubrirnos la verdadera motivación por la cual se presentó al concurso.

El argumento del film haya su complejidad en la combinación de tres tiempos narrativos: El del presente (el interrogatorio a Jamal), el pasado inmediato (su participación en el concurso) y los flashbacks (infancia y juventud). Boyle sabe jugar bien sus cartas y el interés no decae en ninguno de los 120 minutos de metraje. Si bien la primera hora de película es sencillamente magistral, la segunda mitad es donde podríamos encontrar la mayor parte de licencias y desaciertos. Todo el verismo de las peripecias infantiles de Jamal, Salim y Latika se va desdibujando a medida que los personajes crecen, conduciéndonos hacia un clímax y un desenlace fácilmente predecibles. Sin embargo, el argumento es tan cautivador que no nos importa concederle a la película cierta “licencia poética”. No olvidemos que estamos ante un producto occidental con “regusto a Bollywood”, y quien haya disfrutado alguna vez de una película hindú no se extrañará de nada de lo que vea en el último tramo de la película, número de baile final incluido. Es el cine entendido como espectáculo, y es, ante todo, un claro reflejo de la realidad de la India, cuyas contradicciones, luces y sombras, se encuentran reflejadas hábilmente en la película.

 

Un producto técnicamente impecable

Danny Boyle es un director a menudo infravalorado por la crítica, salvo gloriosas excepciones que ya son clásicos como “Trainspotting”. Su particular estilo, cercano al video clip, potencia el montaje sincopado, un uso continuado de la música y una fotografía efectista para ofrecernos productos que pueden gustar o no, pero siempre son una delicia para los sentidos y resultan estimulantes (incluso a la insípida “La playa” se le ha de reconocer esa capacidad). Con “Slumdog Millionaire” Boyle parece haber encontrado la horma de su zapato, con Bombay como entorno ideal para dar rienda suelta a su creatividad. Desde la persecución del primer flashback por las callejuelas de Bombay al ritmo del poderoso tema “O…Saya” Boyle regresa a los orígenes recordándonos lo que mejor sabe hacer.
Hay pocos aspectos técnicos en los que “Slumdog millionaire” no destaque. Ya hemos destacado la habilidad de su montaje, fiel al estilo Boyle, que nos emociona y nos engancha a la butaca desde el primer fotograma. Otro aspecto que debe ser mencionado es la solvencia del director de fotografía Anthony Dod Mantle, con quien Boyle ya había trabajado en anteriores proyectos y está especializado en cine digital. En este sentido, la decisión de rodar en las concurridas calles de Bombay con pequeñas cámaras digitales ha permitido un nivel de inmersión apabullante. La riqueza cromática (marrones, ocres, rojos…) hace que nos rindamos al exotismo del país, sin dejar por ello de sobrecogernos ante la crudeza de algunas escenas. Como reza una frase de la película “Esto es la verdadera India”, y no lo que aparece en los folletos turísticos.

Mención aparte merece la Banda Sonora, aspecto del filme que desde un primer momento Boyle ha querido privilegiar (algo recurrente en su cine) y sin la cual la consistencia dramática de la película se desmoronaría. El reputado compositor hindú A.R.Rahman configura una Banda Sonora vibrante, que va desde la lúdica “Jai-ho” (canción al más puro estilo Bollywood que acompaña la coreografía final) a la intensísima “O…Saya” (que acompaña la secuencia del primer flashback). Ambas, merecidamente nominadas al Oscar como Mejor Canción. Sin desmerecer la dulce melodía de “Latika’s theme” o la pegadiza “Paper planes” (que incluye sonidos de disparos y cajas registradoras como efectos de percusión).

Respecto a las interpretaciones, resulta loable el trabajo de todos los actores, destacando especialmente el del joven que interpreta a Jamal en su versión adulta, el joven actor Dev Patel, conocido en Inglaterra por haber participado en la teleserie “Skins”.Sin olvidar la belleza exótica de Freida Pinto como Latika y el saber hacer de Anil Kapoor (toda una celebridad del cine hindú) como presentador del concurso. Respecto al casting infantil, resultan especialmente remarcables los que representan la edad más temprana de los protagonistas, especialmente Ayush Mahesh Khedekar (Jamal niño), cuya mirada transmite una ternura pocas veces vista en la gran pantalla.

¿Que tiene este film que no deja a nadie indiferente?

Probablemente su modestia, su falta de pretensiones con una historia que podría haber quedado en un retrato moralizante sobre las desigualdades sociales. Boyle nos ofrece dos horas de puro entretenimiento visual salpicado de grandes dosis de emoción y humanidad. Su carácter vitalista es probablemente lo que provoca en el espectador una sonrisa al acabar de verla, obviando las licencias, la verosimilitud y el azúcar de más. “Slumdog millionarie” es una fábula que QUIERES creerte, una oda al amor y a la perseverancia.

Merche Moreno Barbero
para
www.cineactual.net